Tras años de crecimiento fuerte de ventas y «tarta para todos», el mercado chino tiene que regularse, bien con la mano invisible o con la de los políticos. En ese proceso desaparecerán los fabricantes que, sin el apoyo del proteccionismo, no son competitivos.
«Es la economía, estúpido». Con esa frase popular que data de 1992 se podría resumir en una línea el futuro que les depara a algunos fabricantes chinos de automóviles que se han beneficiado de 30 años de políticas proteccionistas, pero que en un mercado competitivo no tienen mucho futuro.